De la serie: Videochat

Photobucket Photobucket Photobucket Photobucket Photobucket Photobucket

Y sin embargo se mueve.

Texto a propósito de la exhibición virtual Luciana Sex Tape,
curaduría : The Fire Theory  para 
ESfoto 12
Durante los últimos 25 años nuevas dinámicas culturales, sociales y tecnológicas se han generado en el espacio virtual, dibujando líneas difusas entre el contenido generado por el usuario amateur y el artista, entre lo que es arte y no es arte, desde el punto de vista tradicional del término.
Existen más de un billón de herramientas digitales de todo tipo en Internet, lo cual permite que (virtualmente) todo aquel que cuente con una computadora sea capaz de volverse un editor y generador de contenido en tiempo real. Esto, aunado a la capacidad de difusión que tiene el contenido generado por cada usuario gracias a sus redes personales, representa uno de los fenómenos mas importantes a los que se ha enfrentado la humanidad: La democratización de la expresión cultural.
Olia Lialina, pionera rusa del net.art, ya pronosticaba en Metaforum III[1] de 1996,cómo el Internet se volvería un mundo abierto a las posibilidades de la expresión artística personal, donde todas las reglas de la estética virtual podrían ser contravenidas ya que ninguna estaba escrita. Lialina sostenía que había llegado el momento de desarrollar un nuevo lenguaje artístico correspondiente a la nueva era, donde la Web no se usara como un mero medio de difusión.
En 1998, en su texto Cheap.art, la artista analizaba las razones del porqué sus augurios todavía no habían tenido lugar. Razones como el bajo costo de la tecnología, la ausencia de un marco teórico que sustentara las obras digitales, así como el sistema vertical y cerrado de los museos, galerías y artistas de la época, afloraban a la superficie como los grandes obstáculos que habría que subsanar para dar paso a la nueva era del arte. La última línea de su texto “ …y sólo los críticos de los medios mencionarán que hubo un período en el media art, donde algunos artistas experimentaron con el Internet” proponía el fin próximo de esta revolución cultural. Es necesario recordar que durante la década de los 90, con el ascenso de la burbuja de Internet en la economía y mucho mas contenido corporativo multiplicándose en la red, el contenido personal y experimental fue opacándose cada vez más, perdiéndose en un espacio cada vez más regulado y liderado por los mecanismos de búsqueda.
Sin embargo, el fin definitivo nunca llegó y estamos observando el resurgimiento de la expresión popular digital a una velocidad vertiginosa. Fenómenos socialmediáticos como el famoso Ecce Homo de Borja, han recorrido el mundo en menos de 24 horas, generando toda clase de reinterpretaciones, que incluso han sido acogidas como autenticas muestras de arte popular por algunos colectivos.[2]
Bajo la luz de la obra de fervientes defensores de la esfera de alta cultura, especialmente en la literatura, como Bloom[3], Sartori o los representantes de la escuela de Frankfurt, esta tendencia “populista” de una ex cultura popular tecnologizada equivaldría a una “muerte del arte”, una pérdida del valor de los objetos contextualizados dentro de un ámbito que es muy claro en definir lo que constituye arte o no.
La evolución en los medios ha devenido en una evolución del panorama cultural y en el impacto de las tendencias del arte contemporáneo. Actualmente, existe una discusión que cuestiona el valor de las pequeñas piezas de información circulante en la red como verdaderos sujetos y objetos de arte, pero es la misma economía moderna del lenguaje la que valida como significante a estas minúsculas piezas de información (en forma de ventanas, mensajes o imágenes), que son capaces de aislar signos y señales profundamente incrustados en el imaginario colectivo y destilar la esencia de dicha coyuntura.
Es este contexto global en el que se sitúa la exhibición virtual para la que escribo este texto, Luciana Sex Tape o LST, una exhibición de GIF[4] animados insertada dentro del programa más amplio de fotografía ESFOTO 2012. El mismo título de la exhibición ya indica la adopción del lenguaje del contenido viral como forma legítima de distribución de contenido cultural en la red, apelando a la curiosidad humana.
A pesar que la cultura del GIF animado lleva entre nosotros más de 25 años[5], esta es la primera vez que se realiza una exposición de este tipo dentro del circuito formal del arte salvadoreño. LST es una exhibición sin inauguración, sin público asistente, por supuesto una exhibición experimental en la red apta para artistas jóvenes o emergentes, como parte de LA muestra fotográfica de El Salvador.
Pero, ¿Por qué se hace una exhibición de GIFs animados en un país sin mayor cultura artística digital? Seguramente realizar este proyecto hace unos años no hubiese tenido ningún eco. Sin embargo, hoy en día, con la re- popularización de formato GIF gracias a los memes[6] y su rápida difusión en las redes sociales, los artistas, o mas bien nuevos creadores visuales, se sienten cada vez más y cómodos con la experimentación de un formato caracterizado por la inmediatez, la fuerte carga personal y la maleabilidad del significado.
Las obras contenidas en LST son variadas en la calidad de la imagen y proceso de producción, pero como se observó antes, atienden a la flexibilidad de interpretación de la información que permite el limbo entre lo estático y lo dinámico sobre el que descansa la técnica. En unos casos, las propuestas reformulan el contexto (y significado) de las imagen icónica y paso del tiempo, contraponiendo por ejemplo, pequeños fragmentos de videos de música popular y de los noticieros de los años 80; en otros el lenguaje es íntimo y próximo, usando como recurso el congelamiento de la expresión corporal, de la mirada, abriendo un pasaje al espacio personal del artista.
Dentro de este panorama, es necesario puntualizar que ésta es la era del autogenerador-editor de contenido, nunca antes la información personal había estado tan alcance del que quiera usarla, incluso con fines artísticos, por ello no es sino natural que el sujeto que subyace dentro de cada propuesta, es el individuo mismo, la experiencia personal y la reformulación de la información pública como propia.
Sin duda, LST es una primera aproximación a entender y utilizar este nuevo lenguaje, a situarlo dentro de una realidad todavía ajena al consumo de contenido artístico a través de los medios digitales, todavía fríos y lejanos a la costumbre del consumidor cultural; pero es en definitiva una oportunidad para —como el proyecto Roland Barthes, Camera Lucida—“determinar una nueva forma de observación, y a la postre, una nueva conciencia..."